El hallazgo de restos fósiles en el municipio de Ariño España, correspondientes al cráneo y encornadura de un antiguo Uro o Bos Taurus, el bisabuelo del actual toro de lidia español.
Estudios paleontológicos confirman el origen del actual bovino como descendiente directo del Bos Taurus Primigenius. Su espacio ámbito de actuación abarcaba desde oriente hasta occidente, de Asia hasta Europa, en rebaños y manadas que se criaban en estado salvaje. La historia determina que sería seguramente en Asia, como en la casi totalidad del resto de especies, donde se domesticaría y criaría en cautividad y desde donde llegaría a la Península Ibérica por dos regiones. En el norte, desde Centro Europa y en manos de los Celtas. Nos encontramos con un bovino de pequeño tamaño, dócil, domesticado, con cuernos en lira alta, que se asienta en toda la cornisa Atlántica y que actualmente estaría representado en Galicia por razas en peligro de extinción: Caldelá, Limiá, Cachena y Frieiresa.
Por el sur, en las manos de los cartagineses y berberiscos que introducen, desde Egipto, un tipo de toro con manifiesta agresividad y acometividad, donde eran seleccionados como animales de pelea y que se asientan en Andalucía y la Meseta Castellana dando, lo que será, la base del actual toro de lidia.
Se vuelve a tener referencias históricas del toro salvaje en la Edad Media, donde principalmente son lanceados por la nobleza con el doble propósito de demostrar el valor de los caballeros y como entrenamiento para la batalla, tan común y arraigada en los siglos XIV al XVI. Se cuenta que Carlos V alanceó un bravo animal en Valladolid para celebrar el nacimiento de su hijo Felipe II.
En el siglo XVII, los carniceros encargados de proporcionar toros al pueblo, quitando el protagonismo a la nobleza. En las cláusulas de arrendamiento de las carnicerías, que solían ser de propiedad municipal, figura la obligación de proveer toros para los festejos locales a los lugareños, siendo estos los verdaderos protagonistas de la fiesta. Es entonces cuando comienza a hablarse de dominar a la bestia a pie y es cuando decae el toreo a caballo tan arraigado hasta esa fecha.
Será a partir del siglo XVIII cuando las vacadas de bueyes comiencen a organizarse con una doble finalidad: Trabajo agrícola en el campo, bravura y acometividad en los festejos. El caballo es relegado a castigar al toro con la vara y aparecen los picadores. Es tal el auge y dimensión que adquieren los festejos en esa época que las ganaderías de bueyes comienzan a seleccionar en una proporción importante, bueyes bravos. Sin embargo, será a mediados del siglo XIX cuando podemos hablar de diferenciación en las vacadas reproductoras de bueyes y de toros.
Posiblemente serían seleccionados los animales más poderosos para la labranza mientras que los más agresivos se destinarían a la lidia. Y a partir de ese momento comienzan a surgir las ganaderías tal y como las conocemos actualmente.